miércoles, 18 de enero de 2012

Ioana Zlotescu abre la tertulia sobre el cuento de García Márquez, El rastro de tu sangre en la nieve

Ioana Zlotescu Simatu abrió la tertulia sobre El rastro de tu sangre en la nieve. Ioana es rumana, reside en nuestro país desde hace años, tiene la nacionalidad española. Entre los varios idiomas que domina, la lengua castellana es uno de ellos. Persona de exquisita cultura, amiga de la literatura y amiga de Liter-a-tulia. Ioana ha sido directora del Instituto Cervantes en Bucarest durante algunos años, además de tener un importante cargo en el Ministerio de Cultura de España. Es una de las personas internacionalmente más reconocida como experta en la obra de un autor, un español exiliado en Argentina, Ramón Gómez de la Serna. Ha sido la directora de la edición de las Obras Completas de Ramón Gómez de la Serna. Fue invitada de honor el año pasado a Buenos Aires, para presidir el Congreso Internacional sobre el autor.


Comentario de Ioana Zlotescu


La primera lectura de “El rastro de tu sangre en la nieve” la hice, según la expresión de Borges, desde la “expectativa” del que iba a leer un cuento. Si alguien lee un cuento señalado como tal cuento por su autor, lo leerá con una expectativa distinta a la de la lectura que haría de una novela, de un artículo, de un poema (y creo que es un error, es una “deformación” teórica).

Así las cosas, esta primera lectura no me convenció, me acordé de Cortázar y de su afirmación, por otro lado cierta, que si la novela gana por puntos, el cuento debe ganar por K.O., que un cuento puede venirse abajo por eso, por destruirlo todo en el último momento, por romper la esfera, el orden cerrado, o según Truman Capote, la redondez de una “naranja”, etc., etc.Pero en la tercera lectura me liberé de la teoría del cuento, de Las formas breves de Ricardo Piglia, etc., etc. y fui percibiendo poco a poco su encanto de relato mágico, distinto a los cánones del cuento. Y, al leer atentamente el prólogo del autor a sus Doce cuentos peregrinos, me dí cuenta del porqué de mi desasosiego (teórico) inicial. Confiesa García Márquez:

Antes de su forma actual, cinco de ellos fueron notas periodísticas y guiones de cine, y uno fue un serial de televisión” y que todos ellos fueron “redimidos de su condición mortal por las astucias de la poesía”.

Es lo que me chocó en la primera lectura: el hecho de que El rastro… fuera otra cosa que un cuento. No tiene la espontaneidad del cuento, no “arrasa” al lector porque no elimina situaciones y descripciones intermedias, por ejemplo, el hecho de que Nena estuviera encinta, detalle completamente carente de significado. No logra el ritmo debido, porque falta la brevedad intensa de un cuento canónico. Sobra aquí –algo que no sobraría en un guión o en una nota de periódico- lo que pasa después de enterarse Billy de la muerte de Nena. Según las expectativas de un cuento, el final tenía que haber sido abrupto, esto es, Billy se entera de la muerte y del traslado del cuerpo de Nena a Colombia, sale a la calle y se encuentra, sin verla, pero allí está, con la inmaculada nevada “sin sangre”. Punto, sin más detalles.

En cambio, García Márquez logra una atmósfera de magia, de apertura metafórica, elevándose así por encima de lo lineal de una nota periodística ampliada.

Aunque el relato despliega una lógica de lo cotidiano adquiere paulatinamente un rasgo sorprendente: el desangrarse extraño de Nena, km. tras km., por un pinchazo en la espina de una rosa, no se nos dice nada sobre una posible enfermedad suya, como digamos, hemofilia.

Además, está la nieve. La nieve está presente en todos los momentos claves, y es ella, la nieve que define la magia del relato desde la idea de Nena sobre una posible canción titulada “Un rastro de sangre en la nieve” que parte de su observación anterior sobre el rastro de “Mi sangre en la nieve” hasta el mismo título donde el Mi se ve sustituido por Tú, el amoroso tú de Billy dirigido a Nena, convirtiéndose así en un título de profundas raíces elegíacas: “El rastro de tu sangre en la nieve”. .. La sangre de Nena dejará de dejar rastros en la urbe de París, lugar donde Billy perderá también el rastro de su amada

El autor logra reunir el nacimiento a la muerte: la espina de la rosa que le hirió el dedo anular, le había sido regalado por el embajador que fue el médico que asistió el parto de su madre: los tres misterios, nacimiento, unión amorosa (anillo de bodas en el dedo) y muerte van unidos en el relámpago de una breve vida.

Sobre el fondo permanente de su realismo mágico (mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano, Macondo, por ejemplo) García Márquez abre la puerta a aquel real maravilloso de Alejo Carpentier, el que “surge…de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual (…) percibida con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu”, la otra cara de la realidad. Está claro que esta “iluminación”, pretende – y logra- despertar en el lector atento e impregnado por el amor de los dos (aunque el protagonista sea Billy) una visión poética de la realidad abierta a la magia de un cuento de hadas. No hay una alteración de la realidad (milagro) pero sí, una sutil revelación –epifanía, diría Joyce (también en Los muertos nevaba)- dirigida al lector, que el protagonista ni observa: se trata de la nevada final, entre lo mágico y lo sagrado.

Si en el realismo mágico los personajes pueden morir y luego volver a vivir, en este cuento Nena no vuelve a vivir, pero la magia de su ser convoca la nieve, que podría ¿por qué no?, remitir simbólicamente en su blancura “radiante”, a su “alma” (que se desangra por la herida) aunque, por su frialdad, la nieve también podría remitir a la muerte, como en Las nieves de Kilimanjaro de Hemingway. Lo que es seguro, es que el autor quiere mucho a sus dos protagonistas. Billy se encamina desgarrado hacia un destino anónimo y solitario, tal como lo fueron todos estos días en el París gris y lluvioso (la correspondencia de los fenómenos meteorológicos con el dinamismo interior de los personajes, está presente en los doce cuentos). Ha perdido a su adorada muerta, aquella que en la hostil frontera de los Pirineos tenía una mirada de “pájaro asustado” y que ahora, su cuerpo ya enterrado en Colombia, le quiere envolver entre sus “plumitas de paloma” inmaculadas, “nítidas”, “sin rastro de sangre” (alusión a que Nena murió desangrada) y tan efímeras como el breve tiempo que pasaron juntos. Parece como si a través de estas “blancas plumitas” el autor hiciera un guiño a antiguas tradiciones milenarias, cargadas de misterio, incluso al misterio cristiano de la epifanía. Hay que recordar que en el cuento “Buen viaje señor presidente” García Márquez resalta las creencias de los protagonistas en los posos del café y en los zodíacos. El relato comentado activa en el lector sus propias emociones soterradas. La magia suscitada, esta superación de la realidad parece una emanación del amor sin fisuras de Billy y Nena.

El rastro de tu sangre en la nieve” es un relato de naturaleza trágica, sobre el ser humano en manos del azar, del destino. Su “aura” no procede de la tensión narrativa sino de su poesía – que le redime de la linealidad de un relato periodístico…Nena podría ser una princesa de cuento de hadas que desaparece convertida en nieve.

(…Queda por ver cual es la voz secreta, la estructura profunda del psiquismo de GGM en su diálogo con el lector, sus metáforas obsesivas de las cuales surgen algunos argumentos o tramas, entre otros, el porqué del hecho que sus personajes femeninos sean siempre matriarcales y dominantes, Nena no es dominante, pero le domina a Billy por su cultura, inteligencia, prudencia, sin ella se siente perdido, no se sabe orientar- es significativo que ya a partir de la frontera ella es su guía).

Las citas proceden de GGM, Doce cuentos peregrinos,
De bolsillo, Random House Mondadori Barcelona, 2010

Ioana Zlotescu Simatu)

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