lunes, 14 de enero de 2013

El caráter estructural de la culpa en Kafka. Comentario de Luis Seguí

Lo que Kafka expresa en toda su literatura, tanto en las novelas como en los cuentos, tiene que ver con el presente, no con el futuro. No nos está anunciando el futuro, sino el presente. Es más, está hablando de su presente. Y no se puede entender la literatura de Kafka –no en el sentido de la comprensión, de la imposibilidad de encontrarle un sentido— no se puede entender por qué Kafka escribe cómo escribe y escribe lo que escribe, sin conocer los detalles fundamentales de su vida. Para empezar, era un germano-parlante en Praga, un checo que habla alemán; en segundo lugar, la relación con su padre, presente en todos los cuentos y en todas sus obras; en tercer lugar, la culpa.  


Kafka es muy consciente del carácter estructural de la culpa, aunque no lo dice con estos términos. Al comienzo de El Proceso, cuando la policía viene a detener a Joseph K., él protesta, pregunta por qué se le detiene y declara su inocencia, que no es culpable de nada. Uno de los policías le contesta displicentemente, a nosotros no nos interesa la culpabilidad, los tribunales se sienten atraídos por la culpa. Justamente, en esa explicación está contenido el carácter estructural de la culpa. No estamos buscando una cosa concreta, “usted ha matado”, “usted ha robado”, etc., no importa, hay una culpa que usted, por el hecho de ser un sujeto hablante, lleva consigo.  


Ese carácter de culpa estructural está presente a lo largo de todo El proceso. En la conversación con el sacerdote queda claramente expresada la imposibilidad de redimir  la culpa. Es decir, esta no se redime ni por la vía religiosa, ni por la vía gnóstica o atea. Por ningún lado, no hay salida. Por eso, finalmente, Joseph K., se deja ejecutar sin saber por qué se lo acusa.  


Se ha mencionado a lo largo de la tertulia el cuento A las puertas de la ley. Hay que decir que, en muchos de los cuentos, la presencia de la ley es tan evidente que no podemos olvidar, además, que Kafka estudió derecho, que se licenció como abogado por la decisión de su padre. Él no quería estudiar jurisprudencia, fue el padre quien le condujo por ese camino, y sabemos que trabajó en una compañía de seguros. La pregunta es: ¿de verdad fue obligado por el padre, o es que su conciencia en relación con la ley, su pregunta, su interrogación en relación con ella le condujo a estudiar el aspecto formal y simbólico de la ley, la plasmación jurídica de la ley, que no es la ley estructural?  

Evidentemente, lo suyo era la literatura, y la cuestión de la ley y la culpa, presente en todos sus relatos. Había mencionado el relato A las puestas de la ley. Lo que significa este cuento de Kafka es que es imposible acceder a la ley. Lo que le ocurre al campesino que está esperando toda su vida, hasta el final, es que no puede acceder. Por lo tanto, el relato es una metáfora sobre la imposibilidad de los sujetos para acceder a la ley.  

Otro cuento que recomiendo vivamente es La colonia penitenciaria, un cuento que Gustavo Dessal utilizó en varias ocasiones para ejemplificar lo que significa la repetición. La colonia penitenciaria es un territorio ignoto, desconocido, no se dice donde está. Un viajero lo visita, y un oficial orgulloso le muestra cómo se ejecutan las condenas. En La colonia penitenciaria no hay más que una condena, es la condena a muerte. El sujeto es acostado sobre una camilla, sobre una tabla, y baja un mecanismo que tiene miles de agujas que van escribiendo sobre el cuerpo del sujeto la sentencia, una y otra vez, hasta que el sujeto muere desangrado. Es un cuento que tiene una enorme cantidad de lecturas posibles, una de ellas es ésta, la metáfora de la imposibilidad de salvarse de la condena, de la condena a muerte.  

Y desde luego, en la vida personal de Kafka encontramos, como ya se dijo, la imposibilidad de asumir responsabilidades familiares en relación con el matrimonio. Hay un libro, Cartas a Milena, donde encontamos la correspondencia que mantuvo con su novia Milena Jesenská, con la que no pudo contraer matrimonio. 

Kafka no pudo liberarse jamás del peso del padre, de ese padre que aparece en todos los cuentos, con distintas formas, representado de manera diferente, pero siempre presente. Y la muerte prematura de Kafka por tuberculosis fue, quizá, una renuncia a continuar en el mundo. Es verdad que murió de la muerte mal llamada natural, pero da la impresión de que en su prematuro fallecimiento había algo más que una circunstancia desafortunada desde el punto de vista médico.  

Debemos a Max Brod la fortuna de conocer la obra de Kafka, pues no cumplió el deseo o la petición que le hizo el escritor, de que quemase todos sus escritos.  

Luis Seguí  

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