lunes, 2 de septiembre de 2013

Los hombres atemporales. Comentario de Silvia Lagouarde sobre el relato La hoguera de Jack London

Yo creo que cada relato nos descubre nuestra subjetividad. Para mí, el texto es un homenaje a ese tipo de hombres como el abuelo de Graciela, hombres necesarios, atemporales, que fundamentan su virilidad en la rudeza y en la obstinación. Y esa obstinación que vemos en el relato, como la de los ciento cincuenta suecos y noruegos y la de tantos pescadores que atraviesan el mar, es la firmeza de una virilidad. Estos hombres, como digo, son atemporales, existieron en la época de los gladiadores, hoy en el siglo XX, y seguirán existiendo en el XXI. Son hombres necesarios, hombres heroicos que tienen una relación con la vida en la que no existe el miedo, lo cual nos lleva a pensar que quizá no tengan inconsciente, en el sentido de que no se dividen, nada de lo paradójico les suscita una pregunta. Si tuvieran inconsciente, quizá no podrían llevar a cabo estas aventuras, ni podrían ser tan heroicos. De estos hombres hay en Galicia miles transitando el mar. Si en estos momentos hubiese una catástrofe, dudo que aquí apareciese alguno de esos hombres, los intelectuales, en general, son miedosos. Estos hombres obstinados y heroicos organizarían la catástrofe para que no cundiese el pánico.

Por tanto, son hombres atemporales que no se modifican en el trascurso del tiempo, que se ríen de la verdad. Lo vemos en el cine, en la literatura, personajes rudos, obstinados y valientes. Por eso me emocionó la lectura de La Hoguera, pues me evocó esos sujetos anónimos, pero heroicos. Viví el texto, y creo que este hombre, este sujeto, este personaje, se convierte en un homenaje a esos seres heroicos que nadie conoce, y que, realmente, combaten las leyes de la vida y de la naturaleza con una ética admirable. Esta vida sigue existiendo en las aldeas de la mayor parte del mundo, en los marineros de Galicia, en las historias atemporales que cuentan, idénticas a las de hace trescientos años. Lo que hay que hacer es saberlas escuchar y tener el interés del relato. En Galicia escuchas ese tipo de historias.

Lo que pretendo con este comentario es universalizar a este tipo de personajes obstinados. Para mí no son necios, sino que, en su obstinación, no es que no tengan imaginación, lo que no tienen es relación con el inconsciente, y esto hace que tengan una relación con la muerte absolutamente natural, cosa que no le ocurre a ningún neurótico. Esta me parece la intencionalidad del escritor, hacer una pintura en la que se cruza una fatalidad y un sujeto obstinado, rudo, valiente.


Silvia Lagouarde

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