martes, 22 de octubre de 2013

El odio. Comentario de Rosa López sobre Los siete locos, de Roberto Arlt

Quisiera tomar la cuestión del odio, muy presente en la novela. En ella no está el amor, no hay capacidad de amar, ni en Erdosain ni en los demás personajes. Sólo podemos observar la rabia y el odio y, particularmente un eje: el odio a lo femenino.

En efecto, en Los siete Locos hay muchas evocaciones literarias, entre ellas la ya mencionada a Dostoievski, pero hay tres páginas que son Hamlet. “Matar o no matar, esa es la cuestión”. Ahí encuentra la existencia un sujeto, en concreto Erdosain. Se trata de realización del ser. Dice lo siguiente:

No estoy loco, estoy muerto”.

No estoy loco, estoy muerto, soy un sujeto vacío, sin cuerpo. Esto se ha dicho varias veces a lo largo de la novela. Erdosain está desprendido del cuerpo, pero tiene que realizarse en su existencia. Y, como digo, desarrolla la cosa hamletiana: “matar o no matar, esa es la cuestión”, para llegar a decir: “mato ergo existo”. Erdosain sólo recuperaría la existencia si es capaz de matar. Esa sería la idea principal en su existencia. ¿Cómo intenta realizarla? Un párrafo de la novela es lo suficientemente explícito al respecto:

Yo soy la nada para todos. Y sin embargo, si mañana tiro una bomba, o asesino a Barsut, me convierto en el todo, en el hombre que existe, el hombre para quien infinitas generaciones de jurisconsultos prepararon castigos, cárceles y teorías. Yo, que soy la nada, de pronto pondré en movimiento ese terrible mecanismo de polizontes, secretarios, periodistas, abogados. Fiscales,… nadie verá en mí un desdichado sino el hombre antisocial, el enemigo que hay que separar de la sociedad”.

Erdosain es un psicótico.  En su psicosis muestra el odio a lo femenino. Dice que nunca fornicó, y se entrega a un oxímoron, el delicioso terror de la masturbación. Y el odio al ser femenino lo realiza en ese disparo que no sabemos si mata a la mujer. Luego delira en el bar acerca de un tipo que había matado a una chica. Es decir, sitúa el mal en lo femenino.

Quisiera hacer una precisión respecto al machismo. El machismo es un fantasma que puede ser generalizado, pero yo hablo aquí del odio de un psicótico que sitúa el mal en el objeto femenino. Porque no mata al padre. Es el odio psicótico hacia lo femenino. Lo cual nos introduce en un tema, el de las muertes de género, de la violencia de género, los asesinatos perpetrados por hombres hacia las mujeres. No es por machismo, sino porque ubican en ellas el mal que tienen que destruir.

Y como no puedo distanciarme de la clínica, quiero hacer una referencia a esos nombres tan maravillosos que ostentan los personajes. El rufián melancólico, el hombre que vio a la partera, nombres propios de casos clínicos freudianos, como El hombre de las ratas o El hombre de los lobos. Nosotros psicoanalistas, para un caso clínico, tenemos que encontrar una frase que designe al sujeto, una sola frase que designe el rasgo del sujeto. Entonces, El Rufián melancólico o El hombre que vio a la partera, podrían ser, perfectamente, títulos de casos clínicos que habrían dicho todo acerca de la posición de esos sujetos. 


Rosa López

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