lunes, 3 de marzo de 2014

Seda, de Alessandro Baricco. Comentario de Silvia Lagouarde

Silvia Lagouarde: Seda es un intento, por parte del escritor Alessandro Baricco, de capturar, a través del relato de los viajes de su protagonista “al fin del mundo”, “la mística de la exactitud” de los KANJI, que es la escritura ideogramática japonesa, y así acercarnos a nosotros, lectores occidentales y como en un calidoscopio, configurar un universo de trazos exactos, imágenes exactas, signos exactos, colores exactos, personajes exactos… para acercarnos al pensamiento original, no para darnos respuestas, sino dotarnos de posibilidades de elección y despertarnos a encontrar sabiduría y armonía en nuestras elecciones.

¿Qué es un ideograma?

La escritura ideogramática china, exportada durante el siglo IV a Japón, está compuesta por más de cincuenta mil ideogramas. Los ideogramas expresan ideas y conceptos. Por tratarse de una escritura que se trasmite con ideas, ha servido a diferentes pueblos orientales como vehículo de comunicación y expresión. De cada ideograma o KANJI podemos extraer mucha información estudiando sus trazos y relacionándolos con el lenguaje simbólico universal que subyace en los sueños y tradiciones espirituales de todos los pueblos y civilizaciones de la tierra. Sospecho que todo el libro es un KANJI o varios. Intentando comprenderlo voy a describir a sus personajes desde la perspectiva del pensamiento oriental. Haré de cada personaje un KANJI. Es tan sólo una aproximación que espero no sea demasiado ambiciosa, un juego para entrar en la magia de Seda. Desde mi subjetividad, creo que Seda es un texto sabio.

Tenemos tres personajes femeninos: Helène; La mujer de los ojos sesgados; Blanche. Y tres personajes masculinos, el protagonista Hervé Joncour; Hara Kei; Baldabiou.

Imagínense que esto es un trazo, un dibujo como en el que tenemos en la portada de Seda.

Hervé Joncour: Es el protagonista. ¿Qué le dice el oráculo, el destino, a este ser?

El hombre arriba puede ver su destino y asistir a su propia vida sin vivirla. Éxito. Todo va bien, pero algo se aproxima. El hombre sensato no corre riesgo alguno, caerá en desgracia. Está usted embriagado por los acontecimientos y las experiencias que vive. Vivir la vida es riesgo y pérdida. Al final, poniendo todo en orden, la enseñanza será saludable y su vida será exacta.

Es lo que le enseña este mundo de espejos femenino. Al fin llega a la exactitud a través de las enseñanzas y sobre todo de su mujer.

Hara Kei:

El único signo visible de su poder era una mujer tendida junto a él inmóvil. Él le pasaba lentamente una mano por los cabellos, parecía acariciar el pelaje de un animal precioso y adormecido

Hara Kei es el amo absoluto, capaz de asesinar a un niño si sospecha de traición. Su KANJI podía ser: La fuerza sin orden ni rectitud no es más que violencia; si no crece lo pequeño nunca alcanzará la perfección. Si hay excesos, el poder lo embriagará. Peligro. Los pájaros volverán a la jaula pero nunca tendrá sus ojos. Desventura.

Es un hombre con mucho poder pero jamás tendrá el amor de una mujer, que es la posición del amo.

Helène

Si vemos el viaje de Hervé Joncour como un poema épico, Helène sería Penélope, esposa de nuestro protagonista, que espera el regreso de su ser amado después de llegar del fin del mundo (Japón) con un trofeo, los gusanos de seda. Penélope es símbolo de la fidelidad conyugal, del amor, de la femineidad.  

En nuestro KANJI: Caerá en desgracia, el riesgo del viaje puede ser pérdida. Desventura. La espera es sabiduría. Éxito.

Porque ella se da cuenta de que este hombre, en su melancolía, tiene que ver con la existencia de otro amor.

El amor y sus espejos:

Helène se transforma en otro personaje de la mitología griega, Medea, pero es su reverso absoluto. No es la Medea de la venganza, golpea al ser del amado, deja hiancia a través de un sortilegio de mutilaciones; Ante la melancolía de su amado, después del último viaje, ocupará a través de la escritura de los signos, ese lugar que desea toda mujer: Ser la mujer Otra que sabe del deseo y es Otra en el deseo de un hombre. Es la exactitud del amor. Y así en nuestro KANJI: Ventura. Habrá paz y amor para la eternidad. Logra el goce absoluto.

La Medea del amor verdadero. No con la resolución al odio, sino que produce la paz. Ventura.

La mujer muda de ojos sin sesgo oriental:

Sería la mujer que encarna el enigma del objeto a, causa del deseo del hombre. Algo de un goce perdido para siempre que queda inscrito en la nostalgia de un viaje al fin del mundo que es la existencia del ser buscando algo que jamás encontrará. La mujer muda sacrifica todo su ser, hasta su voz, por encarnar ese deseo causa para todos los hombres. Se sacrifica al tener –que es Hara Kei—y se convierte en objeto de exactitud del otro.

KANJI: Trazado ondulado… Llegarán los ojos y escaparán los pájaros. Peligro. Desventura. No mancilles la mujer de tu prójimo. En la exactitud de los signos los amantes se encuentra. Volverás a tu jaula.

En esas mutaciones de trazos exactos, vemos el lenguaje de los amantes que, prohibido o no, es clandestino, y solo ellos lo descifran y lo gozan. También se deja ver el deseo de la mujer objeto, de ser considerado sujeto a través del amor: “regresa o moriré”, y el deseo del hombre de llevar el objeto a la dignidad de la cosa.

Blanche:

Es la mujer que sabe del goce, de los goces tomados a trozos por los hombres. También sabe como aman las mujeres, por eso sabe traducir con exactitud el lenguaje de los signos del amor.

Silvia Lagouarde

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