jueves, 11 de septiembre de 2014

Luis Seguí comenta el relato de Heinrich Böll No solo en Navidad

Este cuento de Heinrich Böll, como otros del mismo autor, me remiten a Thomas Mann, otro autor alemán con una vida familiar muy trágica. No me refiero solamente al Thomas Mann de La montaña mágica, probablemente lo más conocido de él y, también, un texto de encierro, claustrofóbico. La montaña mágica es, efectivamente, una metáfora del mundo encerrado en esa montaña. Me refiero a otro texto, Los Buddenbrook, escrito antes de la Segunda Guerra Mundial y que nos narra la historia de la decadencia de una familia. De alguna manera, lo que Thomas Mann escribe es la demolición interna de esa familia. Böll lo traslada a la inmediata posguerra. 
Se me ocurre que Böll, por ser de lengua alemana y ser un hombre de cultura, seguramente habría conocido los textos de Sigmund Freud, porque en este cuento está prácticamente desarrollado en una ficción lo que Freud escribe en el texto Lo siniestro, también traducido como Lo ominoso. Es un texto que recomiendo vivamente. En él, Freud desmenuza el concepto y entidad de lo siniestro y sus manifestaciones en la vida del sujeto. Allí está presente la cuestión del doble, que al principio, en la primera infancia, aparece como una defensa del yo, dice Freud, y luego ya se convierte en algo horrendo, en algo terrorífico y amenazador.

Zacarías, en la apertura de esta tertulia, ha citado a Hoffman. Efectivamente, en ese texto de Freud se cita a Hoffman, en dos cuentos que son un ejemplo de lo siniestro, El hombre de la arena y Los elixires del diablo, en donde están presentes el fenómeno del doble y, muy especialmente, la compulsión a la repetición.

En No solo en navidad de Heinrich Böll se hace una reiterada apelación a la paz, y esta también es una compulsión a la repetición así como una negación. En psicoanálisis se sabe que en la negación está implícito lo reprimido. Creo que Böll ha tenido la extraordinaria agudeza de no mencionar los peores fantasmas del nacional socialismo, el Holocausto, el asesinato masivo, la sumisión del conjunto del pueblo alemán al nacionalsocialismo. Esta sumisión es lo que se ha dado en llamar responsabilidad colectiva del pueblo alemán. Yo no estoy de acuerdo en la definición de responsabilidad colectiva, creo que no hay una responsabilidad colectiva porque no hay una subjetividad colectiva, creo que hay una responsabilidad individual. Independientemente de esto, creo que hay una complicidad colectiva, la hubo en el concepto de la historia alemana a partir de 1933 cuando el nacional socialismo llega al poder, hasta después de acabar la guerra.

Hay que recordar que en Alemania, no solamente por una política de los aliados, vencedores de la Guerra, lo que se llamó desnazificación fue una pura fachada. Porque una cosa es el proceso de Nuremberg, y otra la enorme cantidad de funcionarios, jueces, burócratas, policías, que habían servido durante el nacionalsocialismo y que continuaron sirviendo al nuevo “estado democrático alemán”. Porque los aliados necesitaban de esos personajes para sostener ese estado en funcionamiento y, fundamentalmente, para que sirvieran de contención a la Unión Soviética.

Sostengo entonces que en este cuento está presente, con o sin mencionarlo, todo esto que estoy comentando. Cosas que no se mencionan si no es a través de la ironía del autor. Hay cosas de las que no se puede hablar. Böll no le pone nombre a la guerra, al Holocausto, a la complicidad, sin embargo, todos estos elementos están presentes en el texto, por eso termina siendo verdaderamente amargo. 

Como decía, está presente la compulsión a la repetición, el aspecto terrorífico y siniestro del doble y el silencio impuesto y auto impuesto, justamente en la estúpida convicción de que al no mencionar los horrores estos han dejado de existir. Porque, efectivamente, en todos los personajes está lo que los griegos llamaban kakon, es decir, la parte maligna que llevamos dentro y que, afortunadamente, no todos sacamos. Por eso Platón decía que la diferencia entre los buenos y los malos radica en que los buenos se limitan a imaginar lo que los malos llevan a la práctica. El kakon, esa parte maligna, era uno de los argumentos por los cuales Freud decía que era imposible amar a los demás como a uno mismo. Y es algo que está presente en el cuento.

Luis Seguí

No hay comentarios: