martes, 4 de noviembre de 2014

La figura femenina en Otelo de Shakespeare. Comentario de Gustavo Dessal

Voy a tomar un aspecto al que ya se ha aludido, pero que me ha sorprendido mucho: el lugar que Shakespeare le confiere a la figura femenina en esta obra. En Otelo, nos encontramos con un mundo fundamentalmente de hombres. Los personajes masculinos superan en número al de mujeres.  Shakespeare logra que el dramatismo de la guerra esté completamente ausente. La guerra es aquí un oficio de esos   débiles mentales que son los hombres.  El gran Otelo, que logra rescatar la isla de Chipre, en realidad lo consigue porque una tormenta  diezma a la armada turca. Creo que Shakespeare trata de mostrar la guerra como un ejemplo más de la estupidez masculina. 

Y no me parece casual que, finalmente, la verdad hable por boca de un personaje femenino, que dice algo muy impresionante que voy a señalar. Es notable que Shakespeare  traiga a colación la idiotez de los hombres, y que a la vez le de a la mujer una dignidad que no debía de ser corriente en el pensamiento de la época. Voy a leer una cita muy reveladora. Acto IV, escena III, habla Emilia:

“… pero creo que si las mujeres sucumben, tienen la culpa sus maridos, porque, a decir verdad, si ellos descuidan sus deberes o se entregan al furor de unos celos importunos; si nos oprimen o nos maltratan o disipan nuestra dote, deben saber que no somos unas palomas sin hiel; que por buenas y fieles que seamos, somos también capaces de vengarnos. Es menester que sepan los esposos que las mujeres tienen alma y sentidos como ellos, que como ellos, sabemos distinguir lo dulce de lo amargo… Así pues, que nos traten bien, y sepan, si acaso les faltamos, que la culpa es de ellos, por sus extravíos y su mal comportamiento con nosotras”. 

Me parece que, aparte del valor histórico que tiene esta frase, hay que valorarla más allá del tiempo. Verdaderamente me asombró esa sensibilidad tan especial de Shakespeare. No sé si toda su obra refleja esta posición, pero aquí, claramente, toma partido por lucidez de la mujer frente a la mezquina imbecilidad de los hombres.

Gustavo Dessal

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