Voy a tomar un aspecto al que ya se ha aludido, pero
que me ha sorprendido mucho: el lugar que Shakespeare le confiere a la figura
femenina en esta obra. En Otelo, nos encontramos con un mundo fundamentalmente
de hombres. Los personajes masculinos superan en número al de mujeres.
Shakespeare logra que el dramatismo de la guerra esté completamente
ausente. La guerra es aquí un oficio de esos débiles mentales que son
los hombres. El gran Otelo, que logra rescatar la isla de Chipre, en
realidad lo consigue porque una tormenta diezma a la armada turca. Creo
que Shakespeare trata de mostrar la guerra como un ejemplo más de la estupidez
masculina.
Y no me parece casual que, finalmente, la verdad hable
por boca de un personaje femenino, que dice algo muy impresionante que voy a
señalar. Es notable que Shakespeare traiga a colación la idiotez de
los hombres, y que a la vez le de a la mujer una dignidad que no debía de ser
corriente en el pensamiento de la época. Voy a leer una cita muy reveladora.
Acto IV, escena III, habla Emilia:
“… pero creo que si las mujeres sucumben,
tienen la culpa sus maridos, porque, a decir verdad, si ellos descuidan sus
deberes o se entregan al furor de unos celos importunos; si nos oprimen o nos
maltratan o disipan nuestra dote, deben saber que no somos unas palomas sin
hiel; que por buenas y fieles que seamos, somos también capaces de vengarnos.
Es menester que sepan los esposos que las mujeres tienen alma y sentidos como
ellos, que como ellos, sabemos distinguir lo dulce de lo amargo… Así pues, que
nos traten bien, y sepan, si acaso les faltamos, que la culpa es de ellos, por
sus extravíos y su mal comportamiento con nosotras”.
Me parece que, aparte del valor histórico que tiene
esta frase, hay que valorarla más allá del tiempo. Verdaderamente me asombró
esa sensibilidad tan especial de Shakespeare. No sé si toda su obra refleja
esta posición, pero aquí, claramente, toma partido por lucidez de la mujer
frente a la mezquina imbecilidad de los hombres.
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